Kelly Patricia Ortega Herrera -
kelly.ortega@uchile.cl
Magíster en estudios de género y cultura
Universidad de Chile, 1 de Noviembre 2023
Al ver la
fotografía que publica la revista «Semana», en la que se aprecia el rostro de
los alcaldes electos para el periodo 2024-2027 de las “principales” ciudades
del país, sentí un sinsabor o más bien un sabor amargo. Cinco hombres, que no
solo representan la clase política tradicional, sino que nos recuerdan el
relego en el que seguimos las mujeres en el escenario político del país.
Este nuevo mapa electoral nos pone frente a un panorama
desesperanzador y agotador. Es como haber retrocedido. Sin embargo así funciona
la política.
Son varios los aspectos que podemos analizar para
comprender este “nuevo” panorama. No para quedarnos en el duelo, sino para
asumirlo y hacerle frente con la atención que merece.
Tal parece que la derecha se reacomoda en las regiones,
cosa que se veía venir y que no es distinta en otros países del continente; en
los que se avanza un paso con la llegada al poder de gobiernos progresistas,
pero luego vuelve, incluso una derecha
más recalcitrante y asolapada en discursos religiosos fundamentalistas.
Sujetos investigados, sospechosos de corrupción y nexos
con grupos paramilitares, es el prontuario de algunos alcaldes y concejales
electos, por ejemplo: Andrés Escobar, quien está señalado de disparar a
manifestantes durante las movilizaciones del año 2020, fue elegido concejal de
Cali, por nombrar un caso de los muchos que podríamos encontrar a lo largo y ancho del país.
Resulta irónico esto frente al despertar manifestado en
el levantamiento social del año 2020, y luego con la llegada de Francia Márquez
y Gustavo Petro al poder, pero parece que las regiones pasaron factura de las
frágiles alianzas que representa el Pacto Histórico, afirmando además, la
arraigada burocracia que impera en las estructuras políticas departamentales y
municipales.
Sin embargo, el escenario de movilización del que fuimos
testigo y participes es el que no debemos perder de vista. Es un acumulado de
fuerza y dignidad que durante estos cuatro años necesitaremos rescatar de los
rezagos que aún quedan de esas masivas movilizaciones y encuentros de distintas
organizaciones sociales.
Esto, más que como una derrota debe tomarse como un
llamado para revisar las estrategias políticas y cómo se está bajando el
proyecto de gobierno y de país propuesto por el Pacto Histórico en los
territorios. Y qué tanta participación se le ha dado a las organizaciones
sociales, a las y los jóvenes que pusieron vidas, ojos y libertad en las
calles, haciendo frente al nefasto gobierno de Ivan Duque y sus reformas. Por
otro lado, como movimiento político y social replantearnos las alianzas a
futuro.
Debemos permanecer alerta, fortalecer los procesos y
organizaciones, estudiantiles, sindicales, campesinas, barriales y populares,
haciendo redes y ejerciendo control político en nuestros territorios. Es
necesario cerrar filas en nuestras
trincheras de resistencia social y popular. Ya sabíamos que ganar la
presidencia de la república, no garantizaba saciar la sed de victoria del
Pueblo Colombiano y no es suficiente para saldar la deuda histórica por la
justicia social.
Aunque nos quieran vender la imagen de estas elecciones
como un triunfo de la derecha, que les garantiza desde ya la victoria de las
próximas elecciones presidenciales, no significa que sea así y mucho menos, que
la desesperanza nos lleve a aflojar o abandonar los escenarios de resistencia,
el debate y la critica que estaremos dispuestas y dispuestos a dar durante este
periodo: defender el gobierno del cambio y sus reformas, el proceso de paz que
parece estar a fuego lento con el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y otras
organizaciones. ¡Que nada nos arrebate la esperanza de la paz total, estable y
duradera, y sobre todo, la esperanza de alcanzar la dignidad para el pueblo!
¡El
pueblo no se rinde carajo!
¿Y LAS
MUJERES?
Por otro lado, vale la pena preguntarnos: ¿qué papel
jugamos las mujeres en este escenario y cuantas hacen parte de él?
Durante estos meses observe varias campañas en las que
los aspirantes hombres trataban de acoger una perspectiva de género en sus
discursos; no en su amplitud como debería ser; sino enfocado a LA MUJER, como
un todo de lo femenino, pero además, como una mera estrategia de campaña para
atraer electoras, como si fuera un favor que los hombres enarbolen nuestras
banderas. Puesto que, si revisamos sus propuestas y planes de gobierno, de
seguro nos encontraremos con una ausencia de acciones concretas al respecto.
El estado Colombiano con la Mesa de Género de la Cooperación Internacional en
Colombia, integrada por la Registraduría Nacional del Estado Civil, el Consejo
Nacional Electoral, el Ministerio del Interior, la Consejería Presidencial para
la Equidad de la Mujer, la Comisión Legal para la Equidad de la Mujer del
Congreso de la República, con el liderazgo de ONU Mujeres y la Embajada de
Suecia, ha
emprendido la estrategia: “Más Mujeres, Más democracia: rumbo a la paridad” la cual
nació en el 2015 con el objetivo de promover
el liderazgo, inclusión y representación política de las mujeres en el
marco de las elecciones territoriales de ese año y se estableció para las
elecciones posteriores.
“Esta plataforma está dirigida a: Partidos y movimientos
políticos para incrementar los niveles de compromiso frente a la inscripción de
mujeres como candidatas; a la sociedad civil, para que conozcan que hay
mujeres líderes que participan como candidatas en su territorio; a los
candidatos y candidatas con el fin de que incluyan en sus propuestas temas
relacionados con agenda de género y derechos de las mujeres; a empresarios con
el fin de lograr una financiación equilibrada sin tener en cuenta el género; y
por último, a los medios de comunicación para sensibilizarlos y lograr un
cubrimiento equitativo de las candidaturas.” (MINISTERIO DEL INTERIOR)
A pesar de los esfuerzos institucionales el porcentaje de
participación de las mujeres en elecciones populares sigue siendo bajo frente a
la población femenina de votantes. Es decir: ganamos y ejercemos el derecho al voto y a elegir, pero no el
derecho a aspirar y ser elegidas.
Recomiendo
revisar el informe realizado por esta alianza institucional y publicado por ONU
MUJERES: La participación política de las
mujeres como candidatas en las elecciones de autoridades territoriales
2023, en el que se deja ver los escasos
avances al respeto.
Si
revisamos las listas de mandatarios y mandatarias electxs este 29 de octubre,
notaremos que las brechas de la paridad siguen siendo abismales. Según publica
el espectador, de los 32 departamentos que tiene el país solo 6 serán
gobernados por mujeres, quienes serían las siguientes: Elvia
Milena Sanjuan (Cesar); Nubia Carolina Córdoba (Chocó); Rafaela Cortés (Meta);
Lucy Inés García (Sucre); Adriana Magali Matiz (Tolima) y Dilian Francisca Toro (Valle del
Cauca). Todas con inscripciones de partidos tradicionales y que representan la
figura de una mujer hegemónica y sin propuestas con enfoque de género.
Ya sabemos que el hecho de que una mujer ocupe cargos de poder
no significa necesariamente que represente a las mujeres en el sentido
político, más allá de su corporalidad femenina.
En cuanto a las alcaldías, solo una mujer con las mismas características
señaladas gobernará durante estos 4 años en la ciudad del Ibague. En otras
ciudades estratégicas dentro del mapa electoral, como Bogotá y Barranquilla, ni
siquiera hubo aspirantes mujeres.
Por
lo anterior, las cifras demuestran que no existe una igualdad sustantiva en
cuanto a la participación de LAS MUJERES en su diversidad (negras, campesinas,
indígenas, lesbianas, trans), y mucho menos de las diversidades sexuales en
ningún escenario (es más, ni se menciona).
Por
ello, si hay un sector que debe continuar empujando acciones territoriales en
todos los aspectos, principalmente apuntando a una mayor participación
política, somos las mujeres y disidencias sexo genéricas.
Es hora de cruzar la línea de la cuota de género, al
igual que la étnico-racial, transgredir el 30% establecido en la cuota de ley,
dejar de ser el adorno de la mesa. La cifra que justifica en mínimo y no en lo
justo, nuestra incidencia en el poder público y los
cargos de elección popular y representación.
Colectivas feministas y no feministas, organizaciones que
levantan la bandera de las diversidades sexuales, mujeres barriales, campesinas
y populares, bolleras, fritangueras, peluqueras, maestras, todas, las que
sostienen sus hogares y parte de la economía del país, cumpliendo las tareas
del cuidado, mientras otros producen, invisibilizadas o peor aún, atrapadas en
el doble rol de la explotación sexual y
laboral. Que la organización, las redes, la participación y la formación
política nos sigan convocando y encontrando.
¡Sin
nosotras nunca más!
Fuentes:
ONU
MUJERES: (https://colombia.unwomen.org/es/stories/noticia/2023/10/la-participacion-politica-de-las-mujeres-como-candidatas-en-las-elecciones-de-autoridades-territoriales-2023)
Ministerio
del Interior: https://www.mininterior.gov.co/mas-mujeres-mas-democracia-1/
El Espectador: https://www.elespectador.com/politica/solo-seis-mujeres-seran-gobernadoras-en-colombia-y-ninguna-alcaldesa-en-ciudades-capitales/